No es que el budismo
niegue la teoría de un Dios-Creador, pero considera la hipótesis no sólo
innecesaria, sino también incompatible con los hechos conocidos. Si para poder
existir el mundo debió haber tenido un creador que lo antecediera, ¿cómo es que
este mismo creador llegó a existir, y por medio de qué leyes estaba gobernada
su naturaleza? Si tal ser fue capaz de existir sin un creador, la única razón
para asumir su propia existencia es removida, porque el mundo mismo puede
igualmente existir sin una causa que le anteceda. ¿Pudiera decirse entonces que
el universo y el proceso de vida tuvieron algún comienzo, o estamos obligados a
pensar en términos de comienzos sólo debido a las limitaciones de nuestra
propia mente?
Un comienzo es un
evento que tiene que suceder en un punto específico del espacio y del tiempo.
No puede ocurrir en el vacío sin tiempo porque las tres condiciones del tiempo
-pasado, presente y futuro- que son necesarias para que suceda cualquier
evento, no pueden darse en un estado sin tiempo. Para que cualquier evento
suceda, debe existir el tiempo antes de que suceda (pasado); el tiempo en que
sucede (presente) y el tiempo después de que sucede (futuro). Pero el tiempo es
todo él un concepto relativo: deben existir eventos sucediéndose para hacer
posible que el tiempo exista, y es sólo a través de ciertos eventos
sucediéndose regularmente, tales como la rotación diaria de la tierra y los
cambios de estaciones, como el tiempo puede ser conocido y medido.
El acontecer de
eventos necesita de la existencia de cosas. Por cosas queremos decir objetos
que ocupan espacio y que por sus movimientos entre sí marcan no sólo divisiones
en el tiempo, sino también áreas medibles en el espacio. Espacio y tiempo son
entonces una unidad; un todo cualitativo con partes cuantitativas o relaciones.
Podemos considerarlas por separado, pero no podemos adelantar ninguna
declaración sobre una que no involucre en cierta manera a la otra. En una
pincelada ésta es la base de la teoría de la relatividad. El conocimiento del
espacio y del tiempo depende de la conciencia y de la posición sin ningún punto
fijo de observación. El movimiento espacial y temporal es común tanto al
observador como al objeto observado, de tal manera que lo que puede ser
conocido no es una "cosa" sino simplemente una relación.
Cuando esto es
comprendido se desprende que nunca pudo haber existido un comienzo –un origen
que surge de la nada– del universo o del proceso de vida. Es cierto que el
universo como lo conocemos se desarrolló de la materia dispersa de un universo
previo, y cuando desaparezca, sus restos, a la manera de fuerzas activas, darán
nacimiento, después de un tiempo, a otro universo en exactamente la misma
forma. El proceso es cíclico y continuo. El complejo espacio-tiempo es curvo, y
en una construcción curva de interrelaciones no puede haber un punto de origen
o salida, de tal manera que en estas series de causas relacionadas es inútil
buscar una Causa Primera. Tenemos la tendencia a buscar primeras causas y las
pensamos necesarias sólo porque nuestras mentes están condicionadas a la
relatividad temporal y espacial; la mente, por su propia naturaleza, debe
operar dentro del mecanismo del cual es ella misma una parte; sólo puede tratar
con relaciones. Esta es la razón por la que se dice en textos buddhistas
–"no es posible descubrir el origen de los fenómenos, y no se puede
encontrar el origen de los seres obstruídos por la ignorancia y entrampados por
el deseo ".
De la misma forma que
un universo da origen a otro a través de la energía residual que continuamente
se renueva a sí misma –eso es, por medio del principio de la indestructibilidad
de la materia– en esta misma forma la vida de un ser da origen a otro ser que
no es el mismo en identidad y que no implica un ser inmutable, permanente.
Aquello que los une es llamado en el buddhismo "kamma", o actividad
volitiva; la continuación del proceso causal es llamada "samsara", o
los ciclos del renacimiento; la actualidad del renacimiento y de la existencia
sin ningún principio permanente de identidad o ser es llamada
"anatta".
Cuando se dice que
los ciclos del mundo o períodos del mundo, conocidos en el buddhismo como
kappas, son de una duración inmensurable, debe ser recordado que todos los
conceptos de tiempo son relativos; los medimos desde nuestra propia posición.
En un contexto espacial inmensurablemente más vasto, el contexto del tiempo se
alarga correpondientemente, de tal manera que eventos que cubren millones de
años con nuestros cálculos, pueden ser medibles en términos de segundos. El
cerebro puede enredarse con el concepto de infinitas construcciones
espaciales-temporales que encajan o se impregnan entre sí interminablemente en
todas direcciones, pero no está totalmente fuera de las posibilidades de la
imaginación humana. Aparece con bastante frecuencia en el pensamiento
buddhista; hay un número infinito (expresado convencionalmente como "diez
mil", o "incalculable") de universos y treinta y un planos de
existencia que tienen amplias diferencias en la medida del tiempo.
Lo que es impensable
es un estado no-causal donde ni el espacio, ni el tiempo ni los eventos tienen
existencia alguna. Esto tiene que ser comprendido por medio de la percepción
directa, lo que significa deshacerse de las cadenas de la relatividad y de sus
conceptos y procesos, y contactar dentro de uno mismo el "asankhata"
o elemento incondicionado. La mente pensante, racional y discursiva, al agotar
su exploración de los fenómenos y descubrir que todos ellos son impermanentes y
carentes de realidad esencial, debe trascender este mecanismo, parar los
impulsos generativos, y así producir la liberación final de todos los procesos.
Esta liberación final es llamada Nibbana.
Viajera....
la mente ordinaria es el camino, cada momento de la mente es el
camino.
es complicado para mi entender la existencia como esta planteado en el texto
ResponderBorrar¡Totalmente de acuerdo contigo!
BorrarEl orden cósmico o universal es incomprensible para el hombre, nos pongamos como nos pongamos. Somos un reflejo de ese universo que se renueva constantemente. El karma no es una mochila donde se almacenen las buenas y las malas obras, sino el nivel de identificación con esa ley universal que se refleja en el sentido y el orden que sí podemos observar en el funcionamiento de, la misma Naturaleza en la tierra en particular, y del Cosmos en general.
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