Los miembros de la SGI siguen las enseñanzas de Nichiren, monje budista japonés del siglo XIII. Nichiren, hijo de un pescador, nació en 1222, en una época de inestabilidad social, afectada por numerosos desastres naturales. La gente común, en especial, padecía enormes sufrimientos. Nichiren quiso indagar por qué las enseñanzas del budismo habían perdido su capacidad de permitir a las personas vivir una vida feliz y llena de fortaleza. Sus estudios intensivos de los sutras budistas lo llevaron a la conclusión de que el Sutra del loto contenía la esencia de la iluminación del Buda y de que en ese sutra se encontraba la clave para transformar el sufrimiento del pueblo y propiciar el florecimiento de la sociedad.
El Sutra del loto afirma que todas las personas, más allá de su género, capacidad o posición social, poseen de manera inherente las cualidades de un buda, y son, por lo tanto, igualmente dignas del mayor de los respetos.
Basándose en su estudio del Sutra del loto, Nichiren estableció la entonación de Nam-myoho-renge-kyo como la práctica universal que permite a las personas manifestar la naturaleza de Buda inherente en su propia vida y obtener la fuerza y la sabiduría para desafiar y superar cualquier circunstancia adversa. Nichiren consideró el Sutra del loto el vehículo para el empoderamiento de las personas, al enfatizar que todos pueden lograr la iluminación y disfrutar de felicidad en este mundo. Él entonó por primera vez Nam-myoho-renge-kyo el 28 de abril de 1253 y posteriormente, inscribió el mandala delGohonzon (el objeto de devoción para que las personas perciban el estado de Buda de manera gráfica).
Persecución
Nichiren criticó las escuelas budistas que dependían del patrocinio gubernamental y servían a los intereses de los poderosos, mientras alentaban la pasividad y el sufrimiento de las masas. Amonestó a las autoridades feudales e insistió en que los dirigentes se hicieran responsables del padecimiento de la población y actuaran para remediarlo. Su postura de que el estado existía para el bien del pueblo fue revolucionaria en su época.
En 1260, tras una serie de desastres naturales devastadores, Nichiren escribió su tratado más conocido, el “Rissho ankoku ron” (Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra). Él lo presentó a las máximas autoridades políticas del Japón y las exhortó a organizar un debate público con los representantes de otras escuelas budistas. El llamado a un debate público –que Nichiren reiteró durante toda su vida– fue desoído, y él fue exiliado a la península de Izu.
Los años siguientes trajeron más destierros y, finalmente, un intento de ejecución contra Nichiren en la playa de Tatsunokuchi, cerca de Kamakura, asiento del gobierno militar. Según él lo relata, momentos antes de que la espada del verdugo cayera, un objeto luminoso, tal vez un meteoro, atravesó el cielo con tal resplandor, que los oficiales aterrados suspendieron la ejecución. Nichiren fue exiliado a la isla de Sado donde, en medio de una privación extrema, continuó compartiendo sus enseñanzas y escribiendo tratados y cartas.
Una vez que fue perdonado del exilio, volvió a Kamakura y luego se retiró al monte Minobu, donde siguió escribiendo copiosamente para esclarecer la interpretación del Sutra del loto y alentar a sus seguidores, hombres y mujeres, que le escribían a menudo pidiéndole su consejo. Asimismo, se concentró en forjar a sus sucesores.
Durante ese período, quienes se habían convertido a las enseñanzas de Nichiren fueron hostigados y atacados, y tres de ellos fueron ejecutados en 1279. El hecho de que esos seguidores campesinos se hubieran mantenido firmes ante la persecución inspiró a Nichiren la confianza de que sus enseñanzas se mantendrían y practicarían después de su propia muerte. Si bien hasta ese momento había inscritoGohonzon individuales para algunos creyentes, a partir de entonces inscribió un mandala dedicado explícitamente a la felicidad e iluminación de toda la humanidad. Nichiren murió a una edad avanzada tres años después.
El legado de Nichiren yace en su lucha incansable por la felicidad de las personas y en su deseo de lograr una sociedad que respete la dignidad y el potencial de cada individuo. Hoy, los miembros de la SGI de todo el mundo, oran ante el Gohonzon que él estableció y estudian sus cartas y tratados para comprender cómo aplicar el budismo a los desafíos de la vida cotidiana.
Falta divulgar más estas enseñanzas para conseguir lo que todo ser humano añora:
ResponderBorrarArmonía,paz, felicidad.
conocerse uno mismo para ser feliz.